En la última década vivimos un ciclo de acción colectiva -con un fuerte protagonismo juvenil- que se extiende desde las movilizaciones estudiantiles del 2011 hasta las movilizaciones feministas del 2018 y la revuelta social de octubre del 2019. Este ciclo de movilización se inscribe en un contexto de cuestionamiento del sistema económico neoliberal y en el marco de las limitaciones constitucionales de la postdictadura. Sin embargo, la desigualdad y la crisis de las instituciones no se traducen linealmente en acciones de protesta, para ello debe existir un marco de sentido que nos lleven a percibirlas como ilegitimas y que nos hagan percibir a las acciones de protesta como capaces de generar cambios en esa situación. En este contexto, la presente investigación se propuso estudiar los discursos sobre la legitimidad del sistema y las acciones de protesta de jóvenes universitarios de Valparaíso y Santiago que participan y no participan en manifestaciones.
Para lo anterior, se desarrollaron tres etapas: en la primera se caracterizaron los discursos sobre el sistema y las protestas a través de la implementación de 10 grupos de discusión; en la segunda se analizaron las estrategias de legitimación que aparecen en convocatorias a manifestaciones sociales en Facebook e Instagram; y finalmente, en la tercera etapa se analizaron las explicaciones individuales de jóvenes de ambos grupos acerca de su relación con las acciones de protestas a través de la realización de 36 entrevistas en profundidad.
Los resultados de la primera etapa muestran que los/as jóvenes que participan en acciones de protestas producen un discurso que evalúa al sistema político como ilegítimo, pero no exclusivamente desde la perspectiva de la justicia de sus normas, sino a partir de sus condiciones de origen, las cuales se perciben como generadoras no solo de un orden normativo, sino que de unos cambios culturales que vuelven al sistema subjetivamente plausible (Ilegitimidad de origen). Por ello, estos jóvenes consideran legitimas las acciones de protesta que se generan desde fuera del sistema institucional, porque serían capaces de cambiar el sentido común que normaliza al sistema (legitimidad disputante). Por su parte, los/as jóvenes que no participan en protestas, también definen al sistema como ilegitimo, pero anclan esa ilegitimidad en los atributos morales de los protagonistas del sistema y no en las reglas que lo regulan (ilegitimidad moral), pero al mismo tiempo son críticos con las acciones de protesta, las que son percibidas como ineficaces (ilegitimidad instrumental) y experiencialmente excluyentes (ilegitimidad experiencial). (Esquema 1)
Esquema N° 1 (Elaboración propia)
Los hallazgos de la segunda etapa muestran que las convocatorias a manifestaciones recurren a cuatro estrategias comunicativas para construir legitimidad: función de difusión de convocatoria que refiere a elementos que sitúan la actividad y definen su carácter; función de sensibilización que corresponde a elementos que buscan provocar emociones sobre un tema con el objetivo de generar una conexión emotiva con el receptor; función de contextualización que refiere a elementos que buscan densificar la información sobre las demandas de la movilización; y, función de impugnación que corresponde a elementos que buscan politizar el conflicto, fijando al interlocutor de la demanda, contribuyendo a la construcción de un antagonismo. (Cuadro N° 1).
Función | Descripción | Estrategia de legitimación |
Difusión (de convocatoria) | Elementos textuales y visuales que sitúan la actividad y definen su carácter | Información situada (fechas, protocolos, formas de participar) |
Sensibilización | Elementos visuales y textuales que buscan provocar emociones sobre un tema con el objetivo de generar una conexión emotiva con el receptor | Vinculación emocional (testimonios, movilización de elementos de la memoria) |
Contextualización | Elementos visuales y textuales que buscan densificar la información sobre las demandas de la movilización | Densificación técnica de las demandas (informes técnicos, estadísticas) |
Impugnación | Elementos que buscan politizar el conflicto, definiendo al interlocutor de la demanda y contribuyendo a la construcción del “enemigo” del movimiento. | Construcción de antagonismo (denuncia de responsables de las demandas) |
Cuadro N° 1 (Elaboración propia)
Los resultados de la tercera etapa permitieron identificar diferentes perfiles entre los/as jóvenes entrevistados. Entre los que participan en acciones de protesta se identificaron tres perfiles: los adherentes, jóvenes sin socialización política y que asisten a las manifestaciones sin informarse de quienes las convocan y sin conocer sus demandas, asociándoles a participar emociones como alegría y miedo; los activistas organizados, jóvenes con experiencias de socialización política que se suman a manifestaciones en base a sus demandas y a quienes las convocan, experimentando emociones como rabia y esperanza; y, los activistas radicales, jóvenes con experiencias organizaciones populares que se suman a las manifestaciones sin importar las demandas ni quienes las convocan, experimentando en ellas emociones como indignación y alegría. (Esquema N° 2).
Esquema N° 2 (Elaboración propia)
Entre los/as jóvenes que no participan se identificaron cuatro perfiles: los adversarios, jóvenes con experiencias de socialización política, que adhieren a valores conservadores y que se oponen a las manifestaciones y sus demandas y que les provocan emociones como rabia; los potenciales adversarios, jóvenes sin socialización política, que se autodefinen como apolíticos y que perciben a las manifestaciones como rutinarias, ineficaces, violentas y excesivamente politizadas, asociándoles emociones como rabia y miedo; potenciales adherentes, jóvenes sin experiencias de socialización política, que comparten las demandas de las protestas, pero rechazan las formas de las manifestaciones, asignándoles emociones como miedo; y finalmente, los desencantados, jóvenes con experiencias de socialización política, que participaron en movilizaciones, pero se decepcionaron por la falta de compromiso de los manifestantes y la ineficacia de las movilizaciones, asociándoles emociones negativas. (Esquema N° 3)
Esquema N° 3 (Elaboración propia)
Los resultados confirman diferencias entre los discursos de ambos grupos, tal que los activistas construyen una base de legitimidad para sus formas de acción al definirlas como la negación de un sistema institucional ilegitimo en su origen, mientras que aquellos que no participan no perciben discontinuidad entre un sistema moralmente ilegitimo y las acciones de protestas vivenciadas como excluyentes e insatisfactorias y por lo tanto también ilegitimas. Estos resultados pueden ser útiles para comprender las diversas experiencias de participación de los/as jóvenes a partir del llamado estallido social y el proceso constituyente.